Para 2014, Paz y ligereza de equipaje
8 comentarios
Escuchar
Este año me gustaría desear felicidad y paz a todas la lectoras y lectores de esta página con unas palabras de Paco Muñoz, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Granada y sobre todo viejo amigo, compinche y compañero desde nuestros estudios en el Instituto Padre Manjón de Granada, y con el verso de Antonio Machado, Retrato, al que hacen referencia. Las saco de su bitácora Náufragos y navegantes de paz y conflictos, cuyo título creo que define perfectamente nuestra naturaleza y el contexto en el que nos desenvolvemos día a día los seres humanos.
- See more at: http://juantorreslopez.com/impertinencias/para-2014-paz-y-ligereza-de-equipaje/#sthash.hvYPNySU.dpuf
“La ligereza de equipaje siempre es un buen consejo, para las pasiones, las posesiones y los kilos. Esta ligereza ascética es -tiene que serlo- compatible con el verdadero hedonismo. Ambos tienen que ir de la mano.
Este mensaje renovado viene de un poema (Retrato, 1902) cargado de humanismo de Antonio Machado, después cantando por Serrat (y posteriormente rememorado por Nino Bravo en Un beso y una flor, Sabina en Peces de ciudad, etc.).
Tener una mochila ligera es una manera inteligente de ir por el mundo. Saber ser ascético en estos momentos (consumismo y/o crisis) es una muestra de calidad humana con pretensiones de programa social.
En cualquier caso para gestionar el naufragio del que participamos de una u otra forma (por no controlar todas las circunstancias, la complejidad, de nuestras vidas -de ahí el nombre de esta bitacora-), mejor ligero de equipaje.”
Con esas palabras de mi amigo y con el poema de Machado os deseo lo mejor y que se cumplan todos vuestros deseos en 2014.RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.