Buenas noches amables lectoras y lectores revizando las
novedades en word press leí un excelente análisis sobre el verdadero
significado del triunfo de Macron en Francia. “No han entendido nada” comienza
diciéndonos Rosa María Artal en su magnífica publicación… Con emoción les comparto su magistral artículo
cuya lectura facilita la comprensión tan escasa y necesaria en estos días
turbulentos del momento actual que vive el planeta, seguro de que les va a
gustar y de que van a disfrutar de su lectura les deseo lo mejor de lo mejor y
les reitero mi mjuy especial afecto.
Rosa María Artal
Periodista
y escritora. En 2008 terminé una larga carrera en TVE. Como presentadora de
informativos mis destinos han sido TVE Aragón -en donde comencé-, TD3 de la
Primera en el 83, Informe Semanal y Telediario Internacional. En RNE dirigí el
programa de las noches de los sábados Dos en la Madrugada. Y colaboré en el de
Andrés Aberasturi, La leyenda continúa con El diario de una mujer alta. He
publicado varios libros, de literatura y periodísticos. Destaco entre estos
últimos, 11M-14M, onda expansiva y España, ombligo del mundo que salió en
noviembre de 2008. En el último año promoví, coordiné y escribí un capítulo de
Reacciona, el libro de no ficción español más vendido en 2011, y lo mismo con
Actúa, su evolución, publicado el 12 de abril. Así mismo, escribí La energía
liberada, con una amplia descripción de la crisis, sus causas y sus soluciones.
Rosa María Artal: Periodista, escritora, europea,
inconformista, tenaz, ciudadana del siglo XXI. Coordinadora de Reacciona, entre
otros libros propios. Columnista de eldiario.es
Madrid, Spain
Macron y la
orquesta del Titanic
http://www.eldiario.es/zonacritica/Macron-orquesta-Titanic_6_641895829.html
https://rosamariaartal.com/2017/05/10/macron-y-la-orquesta-del-titanic/
Puedes ver esta publñicación en el enlace siguiente: https://jestoryas.wordpress.com/2017/05/10/macron-y-la-orquesta-del-titanic-por-rosa-maria-artal/
Macron y la orquesta del Titanic
No han entendido nada. El triunfo de Macron en Francia es, sin duda, un
alivio. Ningún demócrata cabal facilitaría el acceso al poder del fascismo.
Pero los problemas estructurales de nuestra sociedad permanecen y puede agravarse.
Tomar a Macron como la última esperanza es peligroso, si fracasa. Marine Le Pen
ha logrado para la extrema derecha un récord histórico de votos. Y la
abstención no gobierna. El mayor problema puede centrarse en las inamovibles
posiciones de los causantes de la crisis.
Como la orquesta del Titanic, continúan tocando aunque el barco se
hunde. No por altruismo como aquellos, sino porque se niegan a ver la realidad.
“Si era un barco imposible de hundir, si surcaba el mar sin problemas y las
fiestas se celebraban cada noche”, se dicen. Aguardando, sin hacer nada, que se
achique el agua y todo vuelva a ser como antes. Allí siguen empecinados en
permanecer en un mundo que ya no existe. Y no existe por su nefasta labor, por
fomentar la injusticia y la desigualdad, a menudo la trampa. Por su soberbia
ingobernable.
Habrá que insistir en una obviedad
concluyente. En la segunda vuelta de las elecciones se vota entre dos
candidatos, los que han quedado, lo que no implica necesariamente el apoyo a
todas sus políticas. Una encuesta de IPSOS cifra en un 43% los electores
que votaron a Macron por rechazo a Le Pen. A la candidata
ultraderechista le dieron su confianza obreros, personas con ingresos bajos y
problemas para llegar a fin de mes, de medio rural y baja instrucción,
como detallaba Iñigo Sáenz de
Ugarte. Igual que en todos los países en los que la ultraderecha ya
está en el poder.
Son los que no cuentan para el sistema. Y en la cuarta cubierta del
Titanic siguen sin verlos. O, a lo sumo, pensando que se volatilizarán o que
declaraciones incendiarias, editoriales, portadas y tuits los harán
volver al redil. Es muy preocupante el uso del lenguaje político y mediático en
España. Insisten en llamar populismo o radicalismo a lo que es fascismo, con
una clara intención política local. Termina siendo trabajar por lo que
formalmente rechazan.
Como el “populismo” –la demagogia para ser precisos–, no dudan ni en
mentir ni en sacar conclusiones basadas en errores. A Macron le han votado más
simpatizantes de Mélenchon que de Fillon pero nada cambiará el discurso que
creen sirve a sus propósitos. Con enorme torpeza: desconocen ese hartazgo feroz
del que ya ni les cree, ni espera nada de ellos. Mientras, el agua inunda la
sala de máquinas del Titanic.
Macron sube enteros populares y dudas
al aflorar informaciones. De su currículo lo más cierto es su admiración por
Maquiavelo, su portentosa habilidad para las relaciones públicas y el saber
estar con las personas adecuadas en el momento preciso. Le apoya lo más granado
del poder económico y afamados mentores del partido socialista en el pasado.
Tuvo la inmensa suerte de que la corrupción desbancara al conservador Fillon
como favorito. “Macron ha demostrado poseer todas las cualidades y todos los
recursos, desde los más brillantes a los más turbios”, relata Enric González, periodista de absoluta solvencia, en El
Mundo.
Candidato de diseño, preparado e
inteligente, puede que sepa también moverse en las altas cumbres de su nuevo
cometido y termine redundando en algún beneficio para los ciudadanos, aunque no
es lo más probable. Por delante, varios escollos de entidad. Las legislativas
son entre el 11 y el 18 de este junio. Macron, sin partido, busca aún
candidatos, que no le faltarán de cuantos se apresuran a correr en socorro del triunfador. El movimiento que
fundó, ahora llamado La République en Marche, cuenta ya con grandes
expectativas de voto pero no con mayoría, lo que le complicaría la gestión.
Macron dispone de muy poco tiempo
inicial para demostrar su eficacia. Lo hará por decretosde ley urgentes. Varios
para moralizar la vida pública y una nueva Ley del Trabajo, más agresiva que
aquella que levantó a los franceses en huelgas y manifestaciones. Prácticamente
silenciadas en los medios españoles, por cierto. Ya se perdieron empleos con la
anterior y con las liberalizaciones varias de su etapa de ministro. A Hollande
y Valls les costó caro. Otra de las prioridades del nuevo presidente de Francia
es recortar el presupuesto social. Lo que llaman “gasto”. Francia le dedica el 57% de las
cuentas del Estado, la cifra más alta de Europa junto con Finlandia.
La media es 47%. España, por cierto, se ha quedado en un 42%.
De imparable triunfo del centro
liberal, nada. Pero hoy todos quieren ser Macron. Hasta en
Latinoamerica se reparten parecidos entre los líderes. En España, Ciudadanos se
siente el hermano natural del nuevo presidente de la República francesa pese a
las diferencias que les separan. Y olvida la inocencia perdida que le conferían
algunos, con su apoyo incondicional a Rajoy y al PP de todas las corrupciones.
Manuel Valls, expresidente socialista
francés, se ha ofrecido a entrar en la formación de Macron, al grito de
“El Partido Socialista ha muerto”. Con su inestimable ayuda. Hace una semana se
publicó que Macron ofertaba un puesto
a su antiguo jefe de gabinete. No es el único que pasará a las
filas del ganador. Macron lanza un torpedo preciso a un partido muy dañado.
Como el conservador. La corrupción de Fillon y Sarkozy le ha pasado factura.
Una gran diferencia con España. En el barco que zozobra insisten en ignorar la
pérdida de apoyos electorales. Y el agua ya corre por los pasillos y camarotes.
Allí y aquí. Algunos, como Valls, eso sí, han salido nadando a toda prisa.
El candidato de Europa, la UE reforzada, dicen. Si la austeridad y los
recortes han puesto entredicho la dirección de Bruselas, más austeridad y más
recortes ¿la salvarán? Altamente improbable, más aún, sería paradójico. Pero
Macron sí tiene ideas para reformar la UE. Retoma la vieja aspiración
progresista de recortar los privilegios de los que disfruta Alemania desde los
inicios. Insiste en los “eurobonos” para evitar los abusos con la deuda que
lastran a los países del sur. Merkel ya dijo en su día que tal cosa no
sucedería mientras ella viviera. Alemania pues rechaza las pretensiones de
Macron. Está por ver el desarrollo.
Intenciones espurias al margen,
asusta la frivolidad y falta de criterio con las que se están abordando los
problemas de la sociedad global. Los partidos tradicionales se encuentran en un
momento crítico, tras su fracaso. Por sus errores en buena medida. Persistir en
ellos, los agrava. La facilidad con la que se engañan a sí mismos alcanza al
punto de creer en efectos que se desvanecen en contacto con los hechos. Como el
que iba a catapultar a la socialdemocracia alemana de la mano de Schulz. No ha sido así.
Todo el tiempo ningunean a las víctimas de sus políticas. Siguen ahí.
Engrosando su número. Con sus trabajos precarios. Con su abandono. Proclamas y
editoriales no les darán de comer, ni estimularán su optimismo.
La orquesta sigue tocando con el agua al cuello, con los músicos
aguardando a ver si se evapora. De momento los ciudadanos miran, algunos toman
fotos y selfies. Los hay que aplauden al final de las piezas si lo manda el
regidor del estudio en la sociedad del espectáculo. Los mayores agredidos por
las políticas de la desigualdad ya convierten sus señales en gritos. Un
escenario trágico que se impone cambiar, por supervivencia. Urge tocar un himno
a alegría, con efectividad y en suelo firme.
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